La dieta mediterránea llena muchas bocas pero pocos estómagos. Esto es lo que se puede deducir del informe realizado por la FAO y el Centro Internacional de Altos Estudios Agronómicos Mediterráneos (CIHEAM) en el que se «examina los efectos negativos de los cambios en las pautas alimentarias en el Mediterráneo y se pide un programa de acción en apoyo de dietas más sostenibles».

¡Y eso que la dieta mediterránea es una de las más reconocidas y alabadas del mundo!

La dieta mediterránea llena muchas bocas pero pocos estómagos

Dicho estudio (presentado en Expo Milano 2015) evidencia lo que ya se podía intuir simplemente observando los usos y costumbres de la sociedad actual: «la globalización, la comercialización de alimentos y los cambios en los estilos de vida están alterando los patrones de consumo en el Mediterráneo, dejando atrás frutas y legumbres y orientándose más hacia la carne y productos lácteos». —A ello, habría que añadir el incremento en las sociedades avanzadas del norte del Mediterráneo del consumo de platos precocinados o comida rápida y el sedentarismo—.

En contraste, frente a la obesidad y el incremento de enfermedades cardiovasculares en algunos estados del Mediterréno, la FAO señala que en muchos países del sur del Mare Nostrum todavía se sigue luchando contra la subalimentación y el retraso del crecimiento en niños menores de cinco años.

Esta es la cara y la cruz de la afamada dieta mediterránea, a la que dicho estudio añade otro punto más vinculado con la agricultura: el cambio de los cultivos tradicionales en la Cuenca del Mediterráneo por otros de otras zonas del mundo. «Las estimaciones sugieren que hoy tan sólo se sigue produciendo en la región un 10 por ciento de las variedades de cultivos tradicionales, habiendo sido sustituidas muchas de ellas por un número limitado de cultivos no nativos mejorados», señalan en esta nota de prensa  de la FAO. 

Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad

En 2010, la Unesco reconoció la dieta mediterránea como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. No sólo por sus beneficios para la salud o por su amplia gastronomía, sino porque alrededor de la dieta mediterránea hay un cultura de comer juntos, compartir alimentos, comunicarse, transmitir tradiciones, agrupar a gentes de diferentes edades y condiciones sociales…

El logro de este reconocimiento de debió al empeño del entonces Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino dirigido por Elena Espinosa. Durante su etapa al frente del caserón de Atocha, su cartera apoyó considerablemente a la Fundación Dieta Mediterránea creada, más o menos, en 2005 y con sede en Barcelona.

Actualmente, el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, sigue siendo patrono de dicho organismo, por lo que el pasado mes de mayo participó en la presentación del Observatorio Mundial de la Dieta Mediterránea.

Sin duda, a tenor del reciente informe de la FAO, tanto la Fundación como el Observatorio de la Dieta Mediterránea tienen por delante un considerable reto de recuperar adeptos no sólo de una forma de alimentarse, sino de un sistema de vida que, según los entendidos, es uno de los más saludables del mundo.

Escrito por Elisa Plumed

Periodista especializada en agricultura y alimentación.

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