Las aplicaciones para teléfonos inteligentes, conocidas como APPs, son una auténtica revolución para nuestro día a día. También en el sector primario, aunque encontrar información fiable sobre qué APPs agrarias son las más utilizadas en el campo es casi una misión imposible.
Una APP es una aplicación informática que se usa en smartphones o tabletas principalmente. Se podría afirmar que las «buenas» son aquellas que más que informar ayudan a resolver de forma muy sencilla una cuestión muy concreta de cualquier índole.
Tras revisar varios artículos sobre el asunto, asistir a una mesa redonda sobre aplicaciones tecnológicas para el mundo agropecuario en Fimart 2014 (Córdoba), consultar con Tasagrónomos, organizador de una jornada sobre greenapps, y charlar con una experta en estas últimas, la conclusión a la que he llegado es que, a fecha de hoy no existe un ranking que pueda medir qué APPs agrarias son las mejores. Para encontrarlas, quizás el mejor método sea el de prueba-error.
Según explica la técnico en Medio Ambiente y conocedora de APPs medioambientales, Judit Urquijo, «lo más fiable pueden ser las recomendaciones que ofrece Google Play, pero tampoco sirve de mucho porque es incompleto ya que Apple Store no da cifras». Urquijo apunta que el número de descargas tampoco es seguro, puesto que una aplicación se puede bajar miles de veces y luego no resultar útil; aunque lo que sí puede orientar al usuario es el número de versiones que tiene cada aplicación y la fecha de la última (puesto que las buenas, tienden a ser actualizadas).
En lo que más insiste esta «buscadora» de APPs verdes —que posee un sitio web sobre este tema y está preparando otro más completo— es en la gran diferencia que detecta entre el mundo anglosajón (Estados Unidos, Reino Unido, Australia) y España, ya que el primero es mucho más activo a la hora de desarrollar y utilizar las aplicaciones móviles.
Actualmente existen APPs agrarias de muy variada índole y es algo que en España poseen desde instituciones como el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, hasta organizaciones agrarias o empresas de inputs agrarios.
Asimismo, —y por apuntar algunas a modo de ejemplo— las hay para gestionar el riego, (como Aquadaia o RiegoAPP); llevar la explotación agrícola y el Cuaderno de Campo, (Agroptima y Cropti —ambas con varios premios—) o guiar por GPS para aplicar tratamientos fitosanitarios y abonos (Agroguía), entre otras muchas.
Pero como insiste Judit Urquijo hay mucha más «literatura» de APPs agrarias en los países anglosajones. En este sentido aporta los siguientes enlaces a una web australiana (un tanto desactualizada) sobre «cultivando con apps» o un recopilatorio de 2014 realizado por la Universidad de Wisconsin (EEUU).
Por último, resulta curioso que en el pasado Mobile World Congress de 2015 celebrado en Barcelona fueran premiadas dos APPs agrarias; pero más llamativo aún es el concurso sobre RuralApps organizado por la Generalitat de Cataluña el año pasado y convocado nuevamente para 2015.
Sin duda, el desarrollo y uso de las APPs agrarias en España es un melón que se está abriendo y del que se prevé un largo recorrido en el futuro.