Menos cooperativas agroalimentarias, pero más fuertes. Esta es una de las conclusiones que se puede sacar de la última edición del Observatorio Socioeconómico del Cooperativismo Agroalimenario Español, OSCAE, realizado por las Cooperativas Agro-alimentarias de España.
Según dicho informe (que analiza los datos del sector hasta el año 2011) la evolución del cooperativismo agroalimentario español ha tenido una tendencia negativa en los últimos ejercicios, pasando de las 4.022 cooperativas en 2006 a las 3.861 en 2011 (161 menos).
Esta cifra, que a priori podría considerarse negativa, en este caso se convierte en todo lo contario si se le añaden otras premisas: la evolución de la facturación de las cooperativas agroalimentarias ha crecido más del 10 por ciento desde 2006, pasando de los 16.975 millones de euros de 2006 a los 19.172 en 2011; asimismo, el empleo generado en este tipo de sociedades también ha incrementado levemente.
Si a ello se le suma que esta evolución está inscrita en un entorno de importante crisis económica, se puede concluir que el cooperativismo agroalimentario, como poco, está salvando el tipo.
Sin embargo, la situación se torna preocupante cuando el OSCAE explica la estructura de la cadena agroalimentaria española con el siguiente gráfico:
Con esta sencilla imagen se refleja la desigualdad que existe entre quienes general los alimentos y quienes los distribuyen, ya que más de la mitad de la producción de los 760.000 agricultores, las 3.861 cooperativas y las 29.196 industrias agroalimentarias españolas están en manos de cinco grandes (o gigantes) de la distribución (GD).
Quizás la Ley de Medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria y la Ley de fomento de la integración cooperativa, ambas recién salidas del horno del Congreso de los Diputados, sirvan para mejorar la situación tanto de este gráfico como del resto de las cifras del cooperativismo agroalimentario español.