El Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, Mapama, está a la busca de un nuevo director de comunicación. Sí, Angel Boixadós, quien accedió al cargo el pasado mes de febrero, lo ha dejado esta misma semana, tras poco más de cuatro meses al frente de la jefatura de prensa.
A pesar de su consolidada y reconocida trayectoria profesional y de su especialización en economía y finanzas, Boixadós carecía de conocimientos sobre el sector agroalimentario (como casi todos que llegan a este cargo) pero, posiblemente, lo que tampoco tenía era algo más decisivo y fundamental a la hora de ocupar su puesto: feeling, buena relación y un compromiso personal con su jefa y ministra, Isabel García Tejerina.
Aunque esto último es una intuición y no un hecho contrastado, me aventuro a comentarlo porque su escasa presencia en los actos de la ministra daban pie a pensar que ahí algo fallaba.
Si hay dos características que han marcado a los últimos jefes de prensa que han pasado por este gabinete de comunicación han sido, por una parte el desconocimiento del sector agroalimentario (algo normal, como ya he apuntado) y por otra, su compromiso y sintonía personal con los ministros a los que servían.
Esa es la clave para un cargo de este tipo, de lo contrario, ser director de prensa de un Ministerio como el de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente puede resultar una labor inabarcable y poco gratificante. Y explico por qué: se trata de una cartera que gestiona la información de dos sectores muy sensibles y complejos como la alimentación y el medio ambiente, (sobre todo a la hora de gestionar crisis de comunicación); dentro del Mapama hay infinidad de materias muy diversas, desconocidas y técnicas; es recomendable saber cómo funcionan los entresijos de Bruselas por la importancia de la PAC; hay que estar dispuesto a viajar y pisar tierra, porque el agro está pegado al territorio… Y por si fuera poco, a cambio, las noticias que se generan resultan poco “vendibles” a los medios nacionales y generalistas, por lo que el impacto informativo es escaso y, en consecuencia, profesionalmente poco satisfactorio.
A todo esto, hay que añadir lo poco que ayuda una ministra como Isabel García Tejerina, trabajadora, con un perfil muy técnico y algo político (se ha hecho su hueco), pero informativamente hablando plana, vacía de titulares y muy poco dada a relacionarse con los periodistas agrarios y ambientales (a excepción de contadas figuras de la información agraria).
Así la cosas, las noticias e informaciones que genera el Mapama se basan, principalmente, en un veterano equipo de periodistas que, desde hace años hacen su trabajo como siempre, siendo escasas las novedades en cuanto a estrategias de comunicación o información.
Esto que ocurre en el Mapama es, en general, un reflejo de lo que pasa en gran parte del sector agroalimentario español, donde se comunica poco y muchas veces mal. Aunque en los últimos años la información agraria ha tenido un repunte en interés y hay que reconocer a quienes hacen las cosas muy bien, la Asociación de Periodistas Agroalimentarios de España, (colectivo al que pertenezco), está finalizando el primer Curso de Experto Universitario en Comunicación Agroalimentaria.
Los objetivos que se transmiten en este posgrado son dos: difundir el decisivo peso económico y social que tiene el sector agrario y alimentario en nuestro país e instar a que para difundirlo bien hay que invertir en información y comunicación con profesionales que controlen la idiosincrasia del sector.
Sólo así, andando de la mano el sector agrario y los periodistas, contando y sensibilizando, conseguiremos que la sociedad y los ciudadanos reconozcan el trabajo y la labor tan fundamental que desempeñan todos los que trabajan en la producción, industria y distribución agroalimentaria. ¡Apliquémonos el cuento!