La cooperación internacional agroalimentaria puede resultar rentable, no sólo para quien recibe la ayuda, si no también para el país cooperante. Eso es lo que afirman fuentes de la organización agraria UPA quienes han empezado a relanzar la Fundación Acodea, la primera agriagencia de cooperación al desarrollo de habla hispana que se creó en 2011—según ellos mismos informan— y cuya labor quedó reducida con la caída de las ayudas a la cooperación que produjo la crisis económica española.

Desde la pasada primavera, las relaciones entre la Fundación Acodea y Agriterra —la agencia de cooperación agraria de los Países Bajos que apuesta por el cooperativismo y el asociacionismo de los agricultores— se han estrechado con el objetivo de que la organización española colabore con la holandesa a hacer todavía más eficaz su labor en países de Latinoamérica.

La rentabilidad de la cooperación internacional agroalimentaria

El primer paso de esta alianza se dio el pasado verano, cuando un grupo de cooperativistas peruanos recorrió España conociendo el funcionamiento de varias cooperativas de Extremadura, Aragón y Córdoba.

«En algunos casos, por cada millón de euros que se invierte en cooperación al desarrollo agroalimentario, el país cooperante puede recibir dos o tres de retorno«, aseguran fuentes de Acodea. La explicación a esta afirmación es sencilla: el estado cooperante ayuda, a través de las agriagencias, a las cooperativas agrarias del país en desarrollo; y cuando éstas se lanzan a poner en marcha mejoras tecnológicas en sus explotaciones o industrias agroalimentarias, entonces echan mano del saber hacer y de la tecnología de empresas procedentes del país que le ayuda.

De esta forma, todos ganan: el país en desarrollo, porque mejora su situación, y el desarrollado, porque «abre mercado» en nuevos territorios potencialmente menos maduros.

No obstante, la filosofía de fondo de este tipo de agriagencias —agrupadas en Agricord, la organización internacional— va más allá de la ayuda para el desarrollo económico y social de forma sostenible con el entorno ambiental. Según apuntan, su objetivo final es conseguir organizaciones agrarias fuertes que contribuyan a alcanzar un mejor reparto de los ingresos y, en definitiva, una sociedad más democrática.

Escrito por Elisa Plumed

Periodista especializada en agricultura y alimentación.

2 Comments

  1. eduardo moyano estrada 28 septiembre, 2014 at 9:43

    Muy buena información. Me consta la importancia de este tipo de relaciones de cooperación internacional entre organizaciones de la sociedad civil. Suelen ser relaciones más duraderas y estables que las que desarrollan los gobiernos, ya que no están marcadas por afinidades políticas ni clientelismos. Se basan en la confianza entre los cooperantes y en la voluntad de emprender proyectos en común. Enhorabuena a la iniciativa de UPA, y a ti Elisa por contarla en tu blog.

    Responder

    1. Gracias Eduardo. Ciertamente este tipo de iniciativa es interesante porque parece que es rentable para todos, para quienes dan y para quienes reciben, lo cual, parece la cuadratura del círculo, no?
      Un saludo.

      Responder

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *