A pocos meses de comenzar la próxima campaña de la PAC, la aplicación práctica de su última reforma preocupa a los agricultores, quienes están ansiosos por saber si dentro de un año cobrarán lo mismo que en 2014.
Organizaciones agrarias, cooperativas, entidades financieras o empresas privadas celebran continuamente jornadas por todo el territorio para ofrecer un poco de luz en este asunto, (pese a que, probablemente, hasta dentro de un año ningún profesional agrario sepa con exactitud cuánto va a recibir).
Precisamente, ha sido es en este momento de mayor incertidumbre a pie de campo cuando Cajamar ha publicado «Reflexiones en torno a la PAC», un exhaustivo informe sobre la PAC 2015-2020 realizado por varios eruditos de la política y de la economía agraria, europea y española.
Aunque en dicha publicación tampoco se dice lo que, hoy por hoy, más le interesa al agricultor, sí que se insiste en cuáles son las bases que definen la actual PAC. Se trata de cuestiones «teóricas» importantes que van a condicionar la próxima reforma de 2020 (o incluso la reforma intermedia de 2017) y que pueden servir para que el profesional agrario oriente su explotación de cara al futuro.
La reforma del Pago Único representa el principio del fin de los derechos históricos, ligados a sistemas de producción, en los pagos directos. Esto es lo que concluyen las investigadoras Irene Blanco e Isabel Bardají en la publicación de Cajamar. Está claro que en Bruselas se plantean que los 28 deben ir hacia unos pagos más equitativos, no ligados a la producción, la explotación o al agricultor, sino a la tierra. De esta forma, se conseguirá en un futuro caminar hacia la convergencia, de manera que dos superficies de tierra similares en la Unión Europea reciban pagos semejantes, estén la fincas en España, Bulgaria o Lituania.
España ha hecho un tremendo encaje de bolillos para conseguir la cuadratura del círculo —o como explicaba otro artículo de este blog, un «statu quo»—: que los agricultores noten «mínimamente» los importantes cambios introducidos en la nueva PAC. «Se ha optado por una convergencia parcial, no se va a aplicar el pago redistributivo y el pago verde de calculará proporcionalmente al pago básico recibido por el agricultor», explican en la publicación. Como también se contó aquí, puede que esta convergencia parcial se convierta en «pan para hoy y hambre para mañana».
Esto ha supuesto que la Comisión de Agricultura haya optado por dar una gran flexibilidad a los estados miembro, de manera que el resultado de la aplicación de la actual reforma será muy diferente en los 28 estados miembro.
Por otra parte, el polémico greening o el Pago verde ha venido para quedarse, puesto que es la única forma de legitimar, de cara a la sociedad civil, unas ayudas públicas que únicamente recibe la agricultura y que proceden de los impuestos de todos europeos.
«El nuevo sistema de pagos directos» es el primer capítulo de las interesantes «Reflexiones en torno a la PAC», análisis que, por su interés, seguiremos cribando en próximos artículos.