Con el funeral de Estado del presidente Adolfo Suárez se ha cerrado más de una semana en la que, cualquier ciudadano español que se precie, ha experimentado un «remember» o «revival» de la Transición. Pero ¿qué visión de la agricultura tenía el primer presidente de la Democracia española?
Según Jaime Lamo de Espinosa, uno de sus ministros del agro —tuvo tres, con Fernando Abril y José Enrique Martínez como predecesores—: «Adolfo Suárez era un hombre sensible a la agricultura. Las conversaciones con él eran fáciles porque las entendía y se interesaba», explica, aludiendo a sus orígenes rurales donde la economía agraria tenía importancia. No en vano, según el ex-titular de Atocha, entre finales de los 70 y principios de los 80 el sector agrario suponía el 6% del PIB, más del 20% de la población activa y las importaciones eran muy superiores a las exportaciones.
Aunque el secretario general de ASAJA en Castilla León, José Antonio Turrado, aseguraba al día siguiente del fallecimiento del ex-presidente que el campo español «no experimentó cambios destacados en sus estructuras productivas y de comercialización en los primeros años de la democracia», quien fuera su titular político, Jaime Lamo de Espinosa [obviamente] niega la mayor.
Según este último, —qué llegó a la cartera de Agricultura a los 36 años— uno de los objetivos marcados por el Gobierno de entonces fue la expansión de los sectores, «ir a producir el máximo posible, y así se consiguió incrementar la producción de maíz en un 25% y de la cebada en cifras similares; en remolacha se alcanzaron máximos históricos; se frenaron los arranques de olivar y se establecieron las primeras subvenciones a este cultivo; se diseñó un plan para el algodón y otro para el tabaco y el porcino y el ovino fueron a más», enumera el ex-ministro.
En materia legislativa, la proliferación fue considerable, ya que se aprobó una Ley de Seguros Agrarios —»que está vista como una normativa modélica y se puede considerar la primera ley constitucional», apunta Lamo de Espinosa—; la de Arrendamientos Rústicos, que sigue vigente hoy, y la Ley de Fincas, «que es manifiestamente mejorable. También intentamos sacar una Ley de Sanidad Vegetal, que finalmente no salió, y dimos luz verde a una Ley de Contratos agrarios que tuvo una vida muy corta», señala.
Asimismo, quien fuera el titular del agro más destacado de la etapa de Suárez señala como otros logros la disolución de las Hermandades de Agricultores, el inicio de las organizaciones profesionales agrarias y la celebración de las únicas elecciones nacionales al campo que se han llevado a cabo hasta la fecha. «Apenas hubo quejas por parte de los colectivos agrarios» apostilla Lamo de Espinosa, —en clara relación a la situación actual, en la que COAG y UPA afirman públicamente que el tipo de comicios que quiere llevar a cabo Arias Cañete no es el más indicado—.
En cuanto a gestión, el ex-ministro de Suárez destaca la importancia de que se acordara con los colectivos agrarios negociar conjuntamente los precios de los productos «lo que nos llevaba 15 días de reuniones maratonianas» y respecto a políticas agrarias, recuerda con orgullo cómo, «tras la victoria de Suárez en las elecciones de junio del 77, se tomó el acuerdo de solicitar la adhesión de España en la entonces Comunidad Económica Europea. Esto nos llevó a adaptar al modo europeo los decretos de regulación de campaña y a formar en el Ministerio de Agricultura equipos de expertos sobre lo que entonces era la Unión Europea».
Sin embargo, el logro que más satisfacción le produjo a Jaime Lamo de Espinosa durante su mandato fue «crear el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, bajo el concepto de la FAO, integrando a la industria agroalimentaria dentro de esta cartera».
¿Y cuál fue la espinita que se le quedó de su etapa en Atocha? «Tener más presupuesto para hacer regadíos, porque entonces estábamos en una importante crisis económica con un sistema fiscal poco recaudatorio». ¿Algo más? «Sí, me hubiera gustado que en la Constitución, el Gobierno nacional conservara más competencias, como la investigación, para que no se reiteren proyectos sobre lo mismo en diferentes centros de España».
Sin duda, todo un remember y revival del agro en la etapa de Suárez, que Jaime Lamo de Espinosa explica con más detalle en esta carta.