En los últimos años la dura crisis económica que atraviesa España ha hecho que muchos jóvenes hayan puesto sus miras profesionales en el sector agrario. Así, según datos facilitados por la organización agraria COAG, en 2012 más de 5.800 jóvenes solicitaron las ayudas por incorporación al campo, una medida de la PAC que en alguna de las comunidades autónomas se está gestionando con retraso por la falta de co-financiación autonómica.
Pero ¿qué requisitos debe cumplir un joven que quiere ser agricultor y que pide este tipo de apoyos? Según un informe elaborado en 2010 por la Asociación para el Desarrollo Intercomunitario de Formación Agraria, Europea España, en nuestro país las condiciones pueden ser diferentes según comunidades. No obstante, para solicitarlas hay que tener entre 18 y 39 años de edad y poseer la suficiente capacidad profesional para gestionar una explotación agraria.
Este último requisito se puede acreditar a través de un título de ingeniero agrónomo, de formación profesional agraria o asistiendo a un Curso de Incorporación a la Empresa Agraria (de 100 ó 150 horas, según regiones), que es la opción más común y utilizada. Asimismo, el joven agricultor debe presentar un plan empresarial que garantice trabajo para una UTA anual, comprometerse a seguir en la actividad durante cinco años y cumplir las normas de condicionalidad.
Pero, estas condiciones, ¿son iguales para todos los países de la Unión Europea? Algunos requisitos sí (edad, formación mínima, compromiso a ser agricultor durante un lustro) pero otros no. Así por ejemplo, lo más común es que los jóvenes agricultores deban poseer el título de formación profesional agraria, lo que supone entre tres y cuatro años de estudios teóricos y de prácticas, una capacitación que dista mucho de las 100 ó 150 horas de los cursos que más se imparten en España.
En Francia la formación mínima que se precisa para ser joven agricultor con ayudas es el bachillerato profesional en gestión de explotaciones agrícolas o tener un diploma como técnico agrícola; en Alemania también hay que poseer el título de Formación Profesional (que dura dos o tres años), al igual que en Suecia, donde, según el informe de Europea España, «hay un creciente interés por convertirse en agricultor». En Finlandia también se exige la FP agraria, aunque también hay unos cursos de incorporación de entre 800 y 1.000 horas lectivas. En Dinamarca se pide ser «agricultor cualificado», título que se consigue tras casi cuatro años de formación y en Luxemburgo —país excesivamente pequeño para destacar por su sector agrario— además del título hay que contar con seis meses de experiencia laboral en otro país.
En Portugal las exigencias son similares a las de España: poseer un título universitario o de Formación Profesional en agricultura, cursar algún módulo formativo o realizar un curso de incorporación. Sin embargo, esta última medida se ha cuestionado porque no es suficiente para conseguir una considerable cualificación profesional.
Aunque tradicionalmente no se han precisado de grandes estudios para trabajar en el campo ya que, en este oficio, la experiencia es un grado, las cambiantes exigencias en la producción de alimentos, junto a la necesidad de gestionar la explotación agraria como una empresa o las novedades técnicas y tecnológicas han hecho que cada vez más sea fundamental la profesionalización del agricultor, algo que se consigue con una buena formación agraria. En este sentido, no hay que menospreciar el trabajo del agricultor o ganadero, ya que es quien alimenta al resto de la sociedad al menos tres veces al día.
Pues, sí que tienes razón, la mayoría elige la opción fácil para cumplir los requisitos y hacerse agricultor. En el caso de los destinatarios de ayudas deberían ser obligados a profundizar su educación puesto que solo se puede obligar a ellos. Pero por otro lado, parece que la agricultura española no es tan competitiva como las de otros países. Por las condiciones geográficas y climáticas somos uno de los mayores productores de los productos de alimentación en Europa pero mira la superficie cultivada. Por ejemplo, Suecia con sólo el 3% (si no me equivoco) de superficie y el 1,5% de empleo en la agricultura llega a exportar los alimentos porque invierten mucho dinero en la formación y en la investigación científica (y eso hay que cambiar, porque sabemos perfectamente con qué problemas se enfrenta el sistema educativo y la ciencia aquí). ¡Saludos!
Totalmente de acuerdo contigo: formación, investigación, transferencia de esa investigación a industrias y productores,… Son fundamentales!! Para ello, ahora se abre una puerta importante con las European Innovation Partnership, o EIP, pertenecientes al Horizonte 2020. A ver si se saben aprovechar adecuadamente.
Estos «retornos» de las informaciones son un auténtico lujo. Muchas gracias por tus aportaciones y por el tiempo dedicado.
Así como lo menciona el artículo, la profesionalización de la agricultura es una tendencia dominante y es el camino que España absolutamente tiene que seguir. Tal vez hay que reformar el sistema de la formación profesional para mantener la posición líder en la agricultura Europea.
Hola Martín. Quiero aclarar una cosa: este artículo no analiza la Formación Profesional agraria en España, si no los estudios que tienen gran parte de los agricultores que solicitan las ayudas de incorporación a jóvenes. Según el informe de Europea España, en su mayoría acceden con un curso de 120 ó 150 horas —que es lo que le pide la Administración— en lugar de hacer su correspondientes cursos de FP. En este sentido, no creo que hubiera que reformar la FP agraria, si no que habría que pedir más estudios a los nuevos que se incorporan al sector, al menos, a los que reciben ayudas. No crees?
Gracias por mostrar tus inquietudes.
Pues, sí que tienes razón, la mayoría elige la opción fácil para cumplir los requisitos y hacerse agricultor. En el caso de los destinatarios de ayudas deberían ser obligados a profundizar su educación puesto que solo se puede obligar a ellos. Pero por otro lado, parece que la agricultura española no es tan competitiva como las de otros países. Por las condiciones geográficas y climáticas somos uno de los mayores productores de los productos de alimentación en Europa pero mira la superficie cultivada. Por ejemplo, Suecia con sólo el 3% (si no me equivoco) de superficie y el 1,5% de empleo en la agricultura llega a exportar los alimentos porque invierten mucho dinero en la formación y en la investigación científica (y eso hay que cambiar, porque sabemos perfectamente con qué problemas se enfrenta el sistema educativo y la ciencia aquí). ¡Saludos!
Sinceramente, no quiero pensar que la agricultura española no es competitiva, si no más bien que hay algunas explotaciones que sí y otras que no tanto. No obstante, la formación, la investigación y la transferencia de esa investigación a los productores sería fundamental. Hoy mismo he mantenido una conversación sobre la añorada Extensión Agraria que era la que facilitaba al agricultor esa transferencia de la investigación. Quizá las instituciones públicas deberían recuperar aquella filosofía.
Gracias Martín por tu tiempo y tus comentarios.